8M. Por una igualdad real en el empleo

La crisis derivada de la COVID19 no solo ha provocado un aumento de las tasas de paro, sino que ha acrecentado aún más la brecha de género. Y a ello se suma un mayor riesgo de pobreza en las mujeres debido, en gran medida, a su pésima situación laboral: inactividad, contratos parciales, subempleo, economía sumergida… Ahora, más que nunca, debemos unir esfuerzos y luchar más fuerte aún por una igualdad real en el mercado laboral


Hoy, 8 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer nos sumamos a las reivindicaciones por una igualdad real en el empleo. En este momento las mujeres españolas presentan una tasa de desempleo del 18,33%, cuatro puntos porcentuales por encima que la de los hombres.


La crisis sanitaria provocada por la COVID19 ha acusado aún más la brecha de género que existe en el mercado laboral, especialmente porque las mujeres ocupan mayoritariamente los puestos de los sectores más afectados por esta crisis sanitaria.


Una mirada a los datos de desempleo desde 2007 hasta 2020 refleja que la crisis laboral generada por la situación actual que vivimos por la pandemia no solo ha aumentado las tasas de paro, sino que ha aumentado la brecha entre ambos géneros. Fue partir de 2013, cuando las tasas comenzaron a disminuir, aunque no en la misma medida en hombres que en mujeres, agudizando de nuevo la diferencia. En 2020, el impacto de la COVID19, provoca la mayor brecha registrada en los últimos años, con una tasa del 14,17% para los hombres y un 18,33% para las mujeres.

Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Población Activa (INE). IVT 2007-2020

Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del último trimestre de 2020, del total de personas desempleadas de larga duración, cerca del 57% son mujeres. Además, el grupo mayoritario de personas en desempleo de larga duración son mujeres de 45 o más años, que suponen el 24,77% del total.


Llama la atención también que un 65,7% de los puestos de dirección y gerencia en las empresas están cubiertos por hombres y a ello se suma también la brecha salarial: las mujeres ganan en su trabajo un 21,4% menos que los hombres. Pero además cabe destacar que el 73,3% de las personas con un contrato de trabajo parcial son mujeres.


La discriminación de género en el acceso al empleo está más que probada y es uno de los factores que más influyen en la exclusión social, según destaca el Informe AROPE 2020, que además muestra cómo la tasa de riesgo de pobreza más elevada es para las mujeres, y se sitúa en 1,4 puntos por encima de la tasa de los hombres. Este hecho se debe, en gran medida, a la peor situación de las mujeres en el trabajo productivo (mayores tasas de desempleo e inactividad, una elevada proporción de jornadas parciales, mayor subempleo y mayor presencia en la economía sumergida). Además, cuando hablamos de familias monoparentales, el riesgo de pobreza supera el 41% y hay que recordar que en el 81% de estos hogares la persona adulta a cargo es una mujer.


Un camino por recorrer


Todas estas cifras manifiestan la necesidad de contar con más políticas públicas y programas que ayuden a poner fin a estas desigualdades. Desde la Fundación creemos que este es el camino y por ello desarrollamos diferentes programas de inserción laboral, como Lanzaderas de Empleo o PEMCYL, que en su quinta edición celebrada en 2020 logró un 58% de éxito. Conocer su experiencia nos permite seguir trabajando en iniciativas que mejoren la empleabilidad.


Además, desarrollamos investigaciones sociales que permiten analizar la situación actual sobre el acceso de las mujeres al mercado laboral para tomar decisiones objetivas y que avancen hacia una igualdad entre hombres y mujeres en cualquier ámbito de la sociedad.


¡Hagamos que el cambio ocurra!