“Más empleo y más inclusivo. Por nuestra salud mental”

El desempleo tiene un efectivo negativo en el bienestar emocional de las personas. Deriva en desmotivación y baja autoestima; y cuando se prolonga acaba provocando estrés, ansiedad, depresión, problemas de relación y aislamiento social

Afecta a todas las edades, pero preocupan especialmente las personas jóvenes, porque se encuentran expuestas a un mayor riesgo de precariedad laboral, desempleo y a una afección severa de su salud mental

Por ello, entre nuestras reivindicaciones del Día Internacional del Trabajo, solicitamos más recursos para seguir investigando, y para desarrollar e implementar herramientas de intervención que tengan en cuenta el plano emocional de las personas usuarias de programas de orientación y mejora de la empleabilidad

El Informe Mundial de la Salud Mental, publicado en 2022 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hace mención a las secuelas que el desempleo tiene en la salud mental de las personas que lo padecen. Explica que tener empleo tiene un impacto significativo en nuestro bienestar emocional y mental, porque nos da la oportunidad de crecer profesional y personalmente, nos da un propósito de vida y logros; nos aporta estabilidad económica y financiera; nos da una red de apoyo, y, en definitiva, mayor seguridad, confianza y tranquilidad.

Por el contrario, la falta de empleo tiene un efectivo negativo significativo en la salud mental de las personas. Deriva en problemas de desmotivación y baja autoestima; y cuando se cronifica acaba provocando estrés, ansiedad, depresión, problemas de relación y aislamiento social. Observatorio Social de Fundación la Caixa

El tiempo en desempleo, especialmente a partir de los 6 meses, incrementa el riesgo de sintomatología depresiva, consumo de drogas, pérdida de apoyo social y sedentarismo (Sánchez-Espinosa, 2017).

Según el Informe del Laboratorio de Empleabilidad que publicamos en 2019, existe una mayor prevalencia de depresión entre aquellas personas que han estado en situación ininterrumpida de desempleo de larga duración, y aquellas que han tenido breves contactos con el mercado laboral. Quienes han vivido un desempleo más prolongado, tienen mayores síntomas de depresión.

Preocupación por juventud
Estos problemas afectan a personas en desempleo de diferentes edades, y en diferentes etapas vitales, pero preocupan las personas jóvenes, porque se encuentran especialmente expuestas a un mayor riesgo de desempleo y a una afección severa de su salud mental. España es el país con más paro juvenil en Europa: un 29,3%, según datos de Eurostat. Un 34,8% de jóvenes en desempleo, lleva entre 1 y 2 años sin contrato; y un 24,4% lleva en esa situación más de dos (INE, 2022).

El estrés por la precariedad laboral y los estudios ha aumentado desde 2017, cuando un 6,2% declaraba tener problemas de salud mental, mientras que en 2021 la tasa se incrementa hasta el 15,9%, como destaca el ‘Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar 2021, que apunta cómo 1 de cada 5 jóvenes no comparte con nadie esta problemática.



Conscientes de envergadura de este problema, en el Área de Empleo e Inclusión Social de la Fundación hemos creado la “Plataforma para la Salud Mental y la Empleabilidad Juvenil”, un nuevo espacio online y gratuito que busca prevenir, intervenir y sensibilizar al colectivo joven ante la aparición de problemas de salud mental y su relación directa con la falta de un empleo o una situación de precariedad laboral.

A través de sesiones grupales y contenidos prácticos se intervendrá a personas de entre 16 y 35 años, tanto de desempleo como activo. Analizará la situación actual y se definirán las estrategias más apropiadas para favorecer el bienestar emocional de las personas participantes de este proyecto, que cuenta con la financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.


Las estadísticas y las investigaciones demuestran la necesidad de crear iniciativas como esta plataforma. Por eso en este 1 de Mayo, reivindicamos más empleo y más inclusivo; y más recursos para seguir investigando y desarrollar herramientas de intervención que tengan en cuenta el plano emocional de las personas con las que trabajamos en nuestros programas.

En esta encrucijada es fundamental la dotación de recursos económicos para frenar la precariedad laboral de jóvenes; para desarrollar estrategias públicas, privadas y empresariales que tengan en cuenta el bienestar social y la salud mental en el ámbito laboral, y campañas de información que eviten la estigmatización y los estereotipos.